Por ISAAC MACHO
¿Cuándo te diste cuenta de que querías ser actriz?
No tengo un momento concreto en que pensara dedicarme al teatro. Mi sensación es que siempre quise hacerlo. De chiquita, pese a que soy muy tímida, yo les hacía ya a mis hermanas numeritos y les contaba historias por pura necesidad de expresarme.
Con el título de Arte Dramático en el bolsillo, ¿pensaste en comerte el mundo?
Cuando salí de la escuela me ocurrió como les pasa a la mayoría de los alumnos: te crees que lo sabes todo y, al segundo, te das cuenta de que no tienes idea de nada. De repente, tu formación, aquello que tú creías haber aprendido se desvanecía como un castillo de naipes al entrar en una compañía a trabajar un personaje. Inmediatamente, te dabas cuenta de que tenías que empezar de cero a construir tu propia técnica, tenías que descubrir tu forma de interpretar, tu manera de mover las emociones de manera personal.
Y con Madrid en el horizonte… ¿pensabas que allí se ataban los perros con longaniza?
Ir a Madrid era el gran sueño de que allí alguien te iba a ver y contratar, pero las cosas no son tan fáciles. De hecho, yo he hecho muy pocos castings y en los pocos a los que me he presentado enseguida me di cuenta de que se trata de un mercado en el que yo no me sentía bien, un mercado en el que notaba que me trataban como a una mercancía. Nunca me resultó atractiva esa forma de buscar trabajo. Siempre me he alejado de ese camino. He participado en algunos proyectos o talleres que me han interesado y, desde luego, me encantaría hacer cine, descubrir otros lenguajes pero los procesos por los que hay que pasar no son lo mío, no me gustan. Adoro el teatro y me da igual trabajar aquí que en cualquier otro sitio. Lo importante es que pueda llevar a cabo mi oficio y en las condiciones en las que me sienta satisfecha.
Cuando te proponen trabajar en un espectáculo, ¿qué preocupaciones tienes que tener resueltas?
Cuando me proponen trabajar en un espectáculo me entrego a tumba abierta, no tengo nada resuelto.
¿Dices que sí, de entrada?
Si me gusta la historia, si conozco a las personas, o si no las conozco pero tengo ganas de conocerlas, me tiro a la piscina.
Y ¿hay algún tipo de personaje que no aceptarías bajo ningún concepto?
No me ha sucedido nunca, pero yo creo que, a priori, no diría nunca que no a un personaje. Bueno, tal vez no participaría en una función que fuera entretener por entretener. Yo necesito algo más…
¿Cuándo consideras que una obra está lista para que la vea el público?
Muchas veces estamos ensayando una obra y decimos: esto ya está pasado de ensayos, ya necesita público, precisas contar con su respiración, con sus reacciones, aunque no se oigan, pero sí se sienten… Es un momento en que empiezas a notar que ese feed-back es necesario. También es cierto que en ocasiones, estrenamos obras a las que todavía le faltan unos cuantos hervores para que digas: ahora está. Lo que ocurre es que en esta Comunidad no hay mucha posibilidad de que los montajes tengan un recorrido largo para que el espectáculo pueda continuar madurando. Esta situación es muy lamentable para un actor porque cuando te entregas en cuerpo y alma a un personaje y necesitas descubrir nuevas aristas, nuevos estímulos junto a tus compañeros de reparto, y se interrumpen las funciones de ese proceso creativo, te quedas con una sensación desoladora.
¿Qué te da la interpretación que no te proporcionen otras manifestaciones artísticas?
La interpretación me deja expresar emociones que en mi vida normal, personal, me cuesta tremendamente manifestar. El teatro para mí es un medio de comunicación, un escape, mi manera de gritar. Saco mis emociones a través de un personaje, manifiesto mi particular mundo, más pequeño o más grande. Muestro mi yo.
¿Hay que hacer caso a quienes dicen que tienes talento para escribir y lo frecuentas poco?
¿Escribir? Me gusta más vivir o experimentar. En la escritura entra en acción la creatividad, la imaginación y aunque es una tarea completa, cierto, no lo vives y a mí me gusta experimentar, estar y vivirlo en el momento, tener esas emociones para vivirlas de verdad. Eso es el teatro para mí, la representación de una historia que me engancha. Por eso no entiendo el teatro de puro entretenimiento, esa puesta en escena en la que ocurre algo con su desenlace y ya está. No hay nada a lo que puedas agarrarte…
¿Te resultó complicado defender a Alejandra Pizarnik en “Se prohíbe mirar el césped”?
Disfruté muchísimo pero me costó la vida. Me supuso un gran esfuerzo meterme en la piel de Alejandra. Es verdad que en las funciones lo disfruté infinito, salvo el día del estreno. En aquel momento yo pensaba que la gente se estaba aburriendo, algo que me pasa con frecuencia el día del estreno porque creo que la historia que le estoy contando no le interesa al público y que los espectadores están pensando ¿y a mí qué? Recuerdo que el día del estreno de Se prohíbe mirar el césped aun creyendo que la gente se estaba aburriendo, yo no me hundía, yo seguía con toda mi energía y cuando acabé me imaginaba que había sido el horror de los horrores, que el público se había ahorcado. Cuando vi que los asistentes se ponían de pie para aplaudir fue una gran sorpresa para mí.
¿Qué te interesaba de su vida y su obra?
Me interesa su poesía y su discurso. Esta poeta, ensayista y traductora argentina decía que había cosas en el mundo que no se podían expresar con palabras, que las palabras no eran suficientes para contar lo que puede pasar, para relatar cómo uno se puede sentir, lo mucho que puede pesar una vida y, sin embargo, no encontrar palabras para expresarlo. Esa idea recurrente en una poeta me llamó siempre poderosamente la atención. Me parecía tan hermoso, tan mágico, transmitir ese mensaje, que yo deseaba contar esa historia como fuera.
¿Tu papel en “El jardín de los cerezos” es el más completo que has hecho sobre los escenarios?
Disfruté mucho de El jardín de los cerezos producido por Rayuela Producciones Teatrales porque Andreievna era un personaje muy gracioso. En aquel montaje, Nina Reglero planteó la historia de una típica mujer, la borracha binguera, que aunque en la obra de Chejov no aparece así, en nuestra versión es una mujer muy gastadora, que no tiene en cuenta el dinero, una mujer viva la vida, ajena a todo, un personaje muy divertido para mi gusto. Consciente o inconscientemente, en la preparación yo me inspiré en mi madre aunque luego cuando me plantaron la peluca y el resto del vestuario yo misma me sorprendí y me dije: ¡soy mi madre! ¿El más completo? No, no lo creo.
¿Qué supuso en tu carrera como actriz el personaje de Grace en Dogville, un montaje que consiguió un Max?
Supuso un reto solo por el hecho de aceptar el personaje porque era un papel que no estaba destinado para mí. Me llegó de rebote y aunque en general pienso mucho las cosas, a veces, como en esta circunstancia, respondí enseguida que lo hacía. Fue un desafío en el que reconozco que trabajé muchísimo pero tampoco me costó un esfuerzo especial romper muchas cosas de esta especie de heroína moderna. Fue un proceso de mucho trabajo, también físico y emocional. Me pilló en un buen momento y lo viví como algo divertido, sobresaliente.
¿Una protagonista poderosa?
Sin duda. Rayuela recibió por Dogville el Max al Mejor Espectáculo Revelación de 2011 y me pasaba algo muy curioso con los compañeros del montaje. Cuando acababa la obra, siempre iba al camerino y les decía a mis colegas de reparto que, en realidad, yo no hacía nada, únicamente me dejaba llevar por ellos. Tenía la convicción de que todos me empujaban, que todos me llevaban en volandas y que por eso la escenografía, la tierra, los personajes, las cestas, el mundo ese… era como que me metía ahí y yo no hacía nada, aunque, eso sí, salía agotada. Quiero decir que la tarea colectiva es fundamental y yo siempre confío mucho en el equipo.
¿Sientes que trabajar en una compañía de provincias conlleva dificultades añadidas?
Me interesa trabajar y siento que pertenecer a una compañía de provincias es un lastre por la escasa actividad que tenemos ahora mismo, que es cero. Yo quiero ejercer mi profesión. Hay compañías independientes en Madrid que las están pasando canutas, igual que nosotros. No es un contratiempo ser de provincias. Entiendo que es un problema que, de unos años a esta parte, es verdaderamente desolador comprobar lo débiles que se encuentran las estructuras teatrales. Es lamentable comprobar la involución que estamos viviendo porque pensar que ahora estamos peor que hace 15 o 20 años es para preocuparse seriamente. Es inconcebible que hace 20 años tuviéramos cien, doscientos bolos al año, y en la actualidad sobren los dedos de una mano para contarlos. Yo he conocido a Rayuela cuando hacía cientos de bolos al año. No parábamos. Estábamos casi todos los días en los escenarios y, sin embargo, ahora tienes que conformarte con muy pocas actuaciones al año y, para más inri, actúas en una biblioteca, no en un escenario. Eso sí que es un drama, constatar que los profesionales del teatro que nos hemos dedicado a esto durante toda la vida, que es nuestro oficio, lo que nos da de comer y para lo que nos hemos preparado y por lo que hemos sacrificado incluso nuestra vida privada, tengamos que resignarnos a ver pasar el tiempo sin expectativa laboral alguna.
A pesar de que la Constitución y el Estatuto de Autonomía asumen por escrito que los poderes públicos estimularán la cultura
Algo falla, desde luego. Desconozco los mecanismos de distribución de los recursos económicos, y tampoco soy experta en gestión, pero por la información que tengo hay Comunidades en las que lo primero es su gente, sus compañías teatrales y aunque, lógicamente, programan compañías de fuera de su región, atienden en primer lugar a los profesionales de casa. En Castilla y León, sin embargo, pueden venir grupos de todos los sitios pero a quienes hemos optado por quedarnos a trabajar aquí parece que la filosofía de la Junta y el resto de administraciones es que nos busquemos la vida. La pregunta que habría que hacerles a los responsables públicos es ¿dónde? No soy nada optimista. Estamos totalmente desorientados porque desconocemos cuál es el motivo por el que no se contratan nuestros espectáculos como pienso que nos merecemos. No sé dónde se encuentra la explicación y llegados a este punto de hartazgo ya casi no me interesa ni saberlo.
¿Está en duda vuestra calidad artística?
No es cuestión de calidad, eso lo tengo clarísimo. Yo suelo seguir montajes de Madrid y otros lugares y dices: ¡dios mío lo que tenemos aquí…! En Castilla y León hay profesionales con un gran talento y un poder creativo enormes, poseen un empuje para sacar adelante proyectos con apenas dinero que son admirables. Pero el caso es que la rueda sigue y sigue, año tras año, y estamos abocados a montar obras con dos personas y un par de sillas. Pensar ahora en levantar una producción de 15 o 20 personas en gira, como hacíamos antes, es impensable. En este momento, Ghetto 13-26 está preparando un espectáculo con 6 personas y escuchamos comentarios que nos advierten de la locura que es implicarse con un elenco de media docena de actores y actrices. Al escuchar estas opiniones inmediatamente te surge la pregunta: ¿a qué estamos jugando? No podemos estar pendientes constantemente de plantear obras con una silla y dos actores. No puede ser una cuestión de supervivencia. Los profesionales del teatro no estamos aquí para sobrevivir sino para vivir de nuestro trabajo. Y ahí entraría en acción hablar de los cachés que percibimos, en la mayoría de los casos siguen sin moverse desde hace décadas, una situación que es de risa teniendo en cuenta lo que ha subido la vida.
¿Echáis en falta que los festivales de la Comunidad hagan coproducciones con compañías de la ciudad o de la región como una forma de ayudar al sector?
Debería ser así pero si algo tiene esta tierra es que no apreciamos lo nuestro. He dado tantas vueltas a esta cuestión que ya no quiero gastar energía en ello. Llega un momento en que la falta señales de esperanza es tan elevada que te mina la moral como actriz y si tienes que estar metida constantemente en este tipo de batallas es que te hundes, no puedes. Prefiero dedicar mi tiempo a lo mío, a la creación y al trabajo.
¿Qué esperas de un director o directora de teatro?
Yo espero primero que confíe en mí, confiar yo en él o ella y que nos acompañemos en el proceso, sin más. Ir juntos a contar la misma historia porque, a veces, puede pasar que un director tenga su proyecto, pero lo que quiere contar sea radicalmente distinto a lo que tenga en la cabeza el actor y no porque no se pongan de acuerdo sino porque a lo mejor ni lo han hablado. Es fundamental que todos los componentes el equipo: luz, sonido, escenografía, actores…, todos, formemos una piña.
Un informe sociolaboral de la Fundación Aisge de este año recoge que el 77% de los artistas españoles ingresan al año menos de 12.000 euros. ¿Cómo lo ves?
Totalmente cierto y pienso, incluso, que se queda corto ese estudio. Los compañeros de las artes escénicas que yo conozco hemos aprendido a crearnos las menos necesidades posibles. Pero sí, se quedan cortos.
También señala que los ingresos anuales de los artistas masculinos son un 40% más elevados que los de sus compañeras. Ellas trabajan menos días al año y obtienen peores remuneraciones. ¿Esta es otra forma de desnudarse?
Esos datos no los he conocido. No digo que no existan, pero yo nunca he cobrado menos que un actor masculino y tampoco creo que haya trabajado menos que un actor. Quizás en campos como el cine o la televisión haya más hombres que mujeres y ellas cobren menos, no lo he vivido. No me parece bien, desde luego.
El 52 por ciento de actrices y actores tienen una segunda fuente de ingresos distinta a su profesión. ¿Hay visos de algún cambio en esa estadística?
Habrá excepciones aunque yo no conozco a un solo actor que no haya sido camarero. Yo misma, sin ir más lejos, he trabajado en la hostelería. Otros muchos se han colocado en la enseñanza, en la telefonía, en un bar, en una tienda, etc. En cualquier momento, no descarto yo misma tener que buscarme la vida y trabajar en cualquier otra actividad.
¿Te preocupa la llegada de la Inteligencia Artificial a entornos artísticos como el teatro?
Hubo un momento en los ensayos de La Mujer helada en que, como Carlos Nuevo trabaja mucho con Inteligencia Artificial, pues, Nina Reglero quiso hacer un experimento y probó cómo funcionaba la inteligencia artificial con uno de los textos. A mí me dio pavor escuchar la maquinita porque aunque, al principio, era reconocida una voz femenina que todos entendíamos que salía de un artefacto sin más, poco a poco, según iba avanzando el relato, introducía la respiración, cada vez eran más reales las emociones y, la verdad, me produjo pánico la prueba. Luego, con la cabeza más fría, imaginé a un actor encima de un escenario y pensé que no lo puede sustituir ingenio alguno. Pero espérate, es como todo, si se usa bien pues todo irá sobre ruedas, pero si no es así, no estamos libres de que pueda llegar a ser un problema.
¿Cada vez se confunde más cultura y entretenimiento?
Es evidente. ¿Sabes qué pasa? A veces pienso que la gente quiere entretenerse y como la gente quiere entretenerse los encargados de llevarle la cultura les entretienen y llega un momento en que te sientes como una motita enanita, como un grano de arena en una inmensa playa y te preguntas: ¿cómo voy yo a cambiar esto? Es muy difícil, aunque yo creo que las personas son inteligentes y estoy segura de que a los individuos les gusta sentir, emocionarse, que le entren escalofríos, les agrada identificarse, les satisface verse en un espejo, reírse y pasárselo bien. Yo estoy segura de que a los humanos nos cautiva emocionarnos, es mi única fe y mi única confianza en lo que hago. Dice Félix Fradejas, y creo que tiene razón, que la próxima era será una era emocional. Los seres humanos necesitamos volver a mirarnos, tocarnos, reconocernos, sentirnos… Ahora mismo somos demasiado individualistas, estamos tan metidos en una dinámica globalizada que ya no nos permitimos ni mirar ni escuchar. ¡Cómo no vas a querer entretenerte, por favor! No te apetece pensar, necesitas quitarte de encima todo lo que acumulas de todo el puto día y solo deseas que te entretengan un rato. Lo sé por mí misma que llego a casa agotada y me pongo la tele y me da igual la mayor mierda que haya porque ni la escucho. Lo entiendo, pero hay que luchar contra eso.
En Cataluña, los actores pueden trabajar en TV3; en Canarias, en la Radio Televisión Canaria; en el País Vasco, Euskal Telebista; en Galicia, la Radio y Televisión de Galicia; en Andalucía, Canal Sur; en Madrid, Telemadrid; ¿Qué esperáis de Castilla y León Televisión los profesionales que habéis optado por trabajar en esta tierra?
A los profesionales que hemos decidido quedarnos en nuestra tierra no se nos tiene en cuenta porque, a la vista de cómo nos tratan, da la impresión de que si nos hemos quedado aquí es porque somos malos actores, directores o técnicos. Está muy generalizado el pensamiento de que si te has quedado en la Comunidad es porque no tienes talento, porque en otros sitios no tienes posibilidades. En Castilla y León la estructura de televisión es muy deficiente, existe alguna productora que hace sus cortos, afortunadamente, pero ¿alguien en su sano juicio puede entender que una televisión, pagada por nosotros, se sitúe al margen de nosotros? ¡Tela marinera! Es todo tan perverso cuando estamos hablando de un servicio público… Alguna vez hemos presentado proyectos a la tele, dependiente de la Junta, para poder llevar a cabo alguna serie que podría funcionar, que tendría tirón, pero han rechazado el proyecto, no les interesa. Los responsables no quieren entrar en ese análisis. No me preguntes por qué.
¿Qué hacer?
No sé, la verdad. Digo todo esto pese a que en este momento soy feliz con lo que estoy haciendo: el proyecto de los navegantes en el teatro Calderón y con Ghetto 13-26 estamos ensayando Un enemigo del pueblo. Lo hacemos porque creemos en ello, pero no tenemos planes de futuro de ningún tipo, no tenemos confianza en que lo vayamos a vender. Realmente, no depende de nosotros. Creamos por puro placer, para seguir respirando, para seguir viviendo porque es la vida que hemos elegido.
¿Te sientes cercana a la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León?
No. Yo he ido a ver algún trabajo de los alumnos que van saliendo. Me siento próxima a alguna de las personas con las que he trabajado que han estudiado en la escuela. A mí me gusta mucho trabajar con gente joven, gente nueva que empieza. Afortunadamente he tenido el gusto de trabajar con algunos de ellos. En ese sentido me puedo sentir cerca pero también es cierto que desconozco cómo trabajan, ni siquiera sé si nos conocen, no lo sé…
¿Cómo le explicas a una persona de 70 años qué es La Nave Senior que diriges junto a Félix Fradejas en el teatro Calderón de Valladolid?
Para mí, el principal objetivo de La Nave es que sus participantes sean felices, devolverles esa parte que por pertenecer a una generación concreta no han tenido la oportunidad de poder expresar sus emociones. Hay personas que han venido a La Nave que no habían llorado nunca en público, que no se han permitido llorar, que han tenido sus emociones absolutamente reprimidas porque en aquella época no había tiempo ni para eso. Tampoco era aconsejable, por supuesto. A través de esta experiencia, tanto Félix como yo queremos devolverles un tiempo que ellos no tuvieron y que les haga felices, que descubran algo nuevo cada día por pequeño que sea. La Nave es un mundo en sí misma, una manera de compartir relaciones sociales y emocionales, otra forma de comunicarse y hasta una utopía. Totalmente.
¿Qué te han enseñado los navegantes?
Todo. Es un camino de ida y vuelta. En los navegantes percibes en vivo todo aquello que hay que hacer a la hora de interpretar no porque ellos, necesariamente, sepan hacerlo sino porque trabajando con ellos ves claramente dónde está la clave del segundo ese para llegar al punto que quieres alcanzar. He aprendido de sus vidas, de su forma de ser, de sus autenticidades, un rasgo que es lo que más valoro en el mundo. ¿Qué es eso de querer ser todos iguales, sentir lo mismo, pensar de forma idéntica a los otros? No. El valor está en la diferencia, eso es lo más enriquecedor.
¿A qué precio se cotizan tu dignidad y tu ética profesional?
¿A qué precio? Carísimo. En ese capítulo soy férrea, no por cabezonería ni porque me sienta superior, simplemente, porque hay cosas por las que no paso y con el tiempo he descubierto que soy una mujer de principios. Cuando veo que una persona no tiene principios me reafirmo diciendo: sé que los principios son muy caros pero son los míos.
¿Cómo te ves cuando te miras al espejo?
Cuando me miro al espejo, cada día es diferente. Un día me levanté y me miré al espejo, no me vi, me miré y de repente me sentí responsable de mi propia vida por primera vez en mi existencia. Fíjate que cosa más estúpida, que de repente me miré al espejo y me dije: Marta eres responsable de ti misma. Esa cosa, de repente la sentí en ese momento. Otros días me miro y sigo viendo a la chavalina ilusionada, que no ha aprendido nada, que sigue igual, y otras veces veo…, no lo sé.
Y ¿le hablas?
No he llegado a ese punto aunque si tuviera que hacerlo tampoco me importaría.
¿Qué serías capaz de hacer por un aplauso prolongado?
Nada.
¿No te van las ovaciones?
Pues la verdad es que no necesito los aplausos y menos, prolongados. Hago este trabajo porque así lo he elegido y lo necesito pero no esperando la reacción de los demás. Al finalizar un espectáculo y tener que ir a saludar, a veces, hasta me siento mal, me da hasta vergüenza. Muchas veces saludas al público como si fuera un acto reflejo, como dar la mano y últimamente me estoy obligando a mirar al público porque yo en escena interpretando un papel miro a la gente sin ningún problema, puedo comunicarme perfectamente con los espectadores. Ahora, al terminar la obra me estoy obligando a mirar y agradecer de verdad a la gente su presencia y sus palmas.
¿Qué pides cada mañana cuando suena el despertador?
No pido nada. Cuando me levanto por la mañana simplemente aspiro a acostarme a la noche a gusto y tranquila, nunca espero grandes cosas. Pretendo estar bien con las personas, estar atenta a lo que ocurre a mi alrededor porque a veces me despisto, pero me gusta estar atenta a lo que le pasa al ser humano que tengo al lado, cómo lo veo, qué le ha sucedido. No espero grandes revoluciones a mi alrededor.